Chihiro
El inicio de El viaje de Chihiro hace referencia al relato de Lewis Caroll: Alicia en el país de las maravillas.
Las historias de Hayao Miyazaki, el creador de El viaje de Chihiro y el autor de Alicia tienen mucho en común.
Las protagonistas se encuentran en una edad transicional, despidiéndose de su infancia. Ambas, a su vez, terminan en un mundo mágico.
Tanto la madriguera del conejo o el túnel hacen referencia al concepto de Fushigi, que significa extraño, maravilloso. De hecho, en la popular traducción japonesa de Alicia, el país de las maravillas se llama el país de Fushigi. Miyazaki, a su vez, denomina de esa manera al pueblo que Chihiro encuentra del otro lado del túnel.
La dualidad de Chihiro cuando Yubaba le otorga su nuevo nombre es el tema más importante de la película. En el título original aparecen ambos nombres: Sen y Chihiro.
Al principio, Chihiro parece un poco caprichosa e indecisa pero resulta más razonable que sus padres. Es la división entre Sen y Chihiro lo que la ayuda a mejorar. Sin sus padres y el mundo habitual, se vuelve moderada y organizada.
La clave a la hora de entender su transformación es su encuentro con Boh, niño mimado de Yubaba y fiel reflejo de la propia Chihiro. Hija de padres sobreprotectores, creció tímida, insegura y sin conocimiento del mundo real.
Sin Cara y los padres de Chihiro
Los progenitores de Chihiro son representantes típicos de la sociedad criticada por Miyazaki. Esa sociedad de consumo conduce un audi cero kilómetros, tienen muchas tarjetas y creen que pueden acceder sin permiso a comer en un restaurante solo porque tienen dinero para pagar.
Como castigo por la insaciabilidad y falta de respeto se transforman en cerdos.
Sin Cara ilustra algo similar. Lleva una máscara, debajo de la cual no hay rostro, solo una boca que trata de devorar todo a su alrededor. Esa boca no puede siquiera hablar por sí misma, lo hace mediante las voces de las personas que se comió.
Chihiro logra curarlo con las empanadas amargas, Onigiri. Al final, Sin Cara hace amigos. De esa manera, es posible que en el futuro tenga cara y voz, porque ahora tiene a alguien con quien hablar.
Sin Cara es el epítome de las ambiciones enfermizas y la sed de amor que lo conducen. Pero el oro que regala es falso: no sirve para comprar la felicidad y el amor.
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